Cuando se habla de las grandes potencias agrícolas a nivel mundial, Brasil destaca como un referente clave en la producción de tabaco. Su posición como tercer productor mundial, solo por detrás de China e India, es el resultado de una combinación de factores que van desde la innovación tecnológica hasta su capacidad de respuesta frente a la demanda internacional.
En este artículo exploramos la historia de la producción, las zonas de cultivo más importantes, los factores que han impulsado su liderazgo y, además, algunas riquezas culturales que hacen de este país sudamericano un referente en muchos sentidos.
La producción de tabaco en Brasil tiene raíces profundas, ligadas desde hace siglos a la actividad agrícola del país. Ya desde la época colonial portuguesa, el tabaco se cultivaba en el nordeste como producto de exportación hacia Europa. Con el tiempo, su cultivo fue desplazándose hacia el sur del país, donde las condiciones climáticas y geográficas resultaron más favorables para su desarrollo comercial a gran escala.
En las últimas décadas, Brasil ha conseguido consolidarse como tercer productor mundial, con una producción anual de más de 680.000 toneladas de tabaco (Statista, 2023), y como el mayor exportador global de hoja de tabaco, abasteciendo a más de 100 países en los cinco continentes. De hecho, Brasil representa más del 55 % de la producción mundial destinada a exportación.
En 2024, Brasil exportó 455.000 toneladas, generando aproximadamente 3.000 millones de dólares, con previsiones de crecimiento del 10 % al 15 % para 2025, tanto en volumen como en valor. Su producción representa más del 55 % de toda la hoja de tabaco exportada a nivel global.
El cultivo de tabaco en Brasil se concentra principalmente en el sur del país, especialmente en los estados de Rio Grande do Sul, Santa Catarina y Paraná. Estas regiones combinan un clima templado, con estaciones bien marcadas, y suelos fértiles que favorecen la calidad de la hoja.
Una de las zonas más emblemáticas es el Vale do Rio Pardo, en Rio Grande do Sul, donde la producción de tabaco está profundamente arraigada en la cultura local. En estas áreas montañosas, la topografía impide muchas veces la mecanización a gran escala o el cultivo de productos alternativos, lo que refuerza la especialización y continuidad del tabaco como cultivo principal.
Brasil ha sabido combinar una serie de condiciones estructurales, tecnológicas y estratégicas que explican su posición actual en el mercado mundial del tabaco:
Brasil ha apostado por maquinaria avanzada, sistemas de curado modernos y cultivos mejorados, lo que ha elevado la calidad y productividad de la hoja. Estas prácticas han sido especialmente efectivas en las regiones del sur, donde se cultiva tabaco para la fabricación de cigarrillos.
El tabaco ofrece rendimientos por hectárea superiores a los de otros cultivos como el maíz o el frijol, lo que lo convierte en una opción atractiva, especialmente en regiones donde las condiciones limitan la diversificación.
Brasil supo capitalizar la reducción de la producción en países como Estados Unidos o Zimbabue, al mismo tiempo que respondió a la creciente demanda de mercados como China, Alemania, Japón y Rusia. En la década de los 90, duplicó sus exportaciones y se consolidó como líder mundial en exportación de hoja de tabaco.
Existe una fuerte articulación entre productores, industria y autoridades, lo que ha permitido defender los intereses del sector, asegurar financiamiento, impulsar la exportación y mantener la competitividad en el mercado internacional.
Además, el sector cuenta con financiación pública específica y marcos regulatorios que han facilitado su desarrollo, especialmente en un contexto global donde muchos países han restringido o desincentivado este tipo de cultivo.
El tabaco es un motor económico fundamental en regiones como Rio Grande do Sul, donde representa una de las principales fuentes de divisas y empleo. La industria genera ingresos significativos tanto para los productores como para el gobierno, a través de impuestos y exportaciones, lo que refuerza su relevancia frente a otros países donde el sector no tiene tanto peso relativo
Brasil produce principalmente tabaco tipo Virginia (Flue-Cured), destinado a la elaboración de cigarrillos. También se cultivan en menor medida las variedades Burley y Galpão Comum, con usos diversos, incluyendo tabaco para pipa y productos de exportación personalizados según las necesidades del mercado.
La producción de tabaco está profundamente arraigada en la vida rural del sur de Brasil. En muchas comunidades, se transmite de generación en generación y forma parte de la identidad regional. En zonas como Rio Grande do Sul, la economía local, las festividades y la cultura agrícola giran en torno a este cultivo.
Brasil es también conocido por su variada y rica gastronomía. Platos típicos como la feijoada, el churrasco gaucho y los dulces a base de leche o mandioca conviven con una enorme diversidad culinaria regional, reflejo de su mestizaje cultural. En el sur del país, donde predomina la producción de tabaco, se destaca la influencia europea, especialmente alemana e italiana, en sus recetas y costumbres alimentarias.
Aunque menos conocida que en otros países, la arquitectura rural del sur de Brasil también refleja la historia del tabaco. Las pequeñas fincas familiares, los secaderos tradicionales de madera y los galpones de curado son elementos visuales típicos del paisaje agrícola brasileño.
Brasil no solo es uno de los grandes productores de tabaco a nivel mundial, sino también un país que ha construido un modelo productivo sólido, exportador y tecnológicamente avanzado. Su éxito se basa en una combinación de factores: condiciones naturales favorables, articulación institucional, innovación agrícola y conexión con el mercado global.
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